Esperanza a Través de La Fe

Hace poco recordé una vieja historia que una vez escuché sobre gemelos que crecían en el útero de su madre. Los dos bebés conversan entre sí sobre si su madre realmente existe. Un gemelo está seguro y cree firmemente en ella, aunque no puede verla. La siente a su alrededor, alimentándolo y cuidándolo. Realmente cree que algún día verá a su madre cara a cara.

Pero el otro bebé es menos seguro. No puede ver a su madre. Es demasiado difícil para él creer en ella o creer que ella existe. En cambio, se aferra a la idea de que el útero es el único mundo y la única realidad.

Eventualmente, los gemelos sienten una sacudida. Y en poco tiempo, nacen. Resulta que el bebé que creía en la madre tenía razón todo el tiempo.

Este tipo de fe, la verdadera fe, es un don. Es fácil para nosotros, sabiendo lo que sucede mientras los bebés están en el útero y cuando nacen, ponerse del lado del gemelo que creyó todo el tiempo. Pero, ¿podemos decir lo mismo acerca de nuestra propia fe en Dios? Porque este tipo de fe verdadera requiere la capacidad de sentir algo más allá del ámbito físico de nuestra existencia. Requiere una conexión espiritual con nuestro creador, nuestro Señor, Jesucristo.

Como el bebé que creyó en su madre, nosotros, como pueblo de fe, debemos creer que algún día nos encontraremos cara a cara con nuestro Dios. Porque un día, todos somos llamados a casa con Dios para reunirnos con él.

Pero hasta entonces, en nuestra vida en la tierra, estamos llamados a unirnos para adorar, para compartir nuestra fe y fortalecerla. Es mi esperanza que este mes, mientras adoras en tu parroquia, que ten la certeza de que estás en las oraciones de nuestra familia de Mercy Home. Oro para que el tiempo que compartimos juntos a través de la Misa dominical fortalezca su fe y le dé esperanza.

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